La crisis sanitaria por Covid-19, resguardó en sus casas a la mayoría de la población a nivel mundial. El cambio fue radical, y tras cerca de dos años el retorno a la “normalidad” volvió, un aspecto no tan favorable para muchos.
Tras las restricciones que trajo consigo el coronavirus, el regreso a las labores de forma presencial está de vuelta, factor poco satisfactorio para los empleados.
De acuerdo con un estudio realizado en California, Estados Unidos, el 37 por ciento de los trabajadores que han vuelto a pisar la oficina (después de un largo rato de home office) se sienten peor que cuando la pandemia estaba en su pico máximo de riesgo.
Más del cincuenta por ciento de los empleados se desaniman porque no ven que la cultura corporativa de su empresa no mejoró en nada. Se debe tomar en cuenta que este factor es sumamente poderoso, para un buen desempeño dentro de la oficina también dependen muchos aspectos, entre los que destacan la actitud del personal que la componen y por supuesto, el estado físico del inmueble.
Se refiere que el 61 por ciento de los trabajadores esperaban una mayor colaboración en persona al regreso a la oficina, menos de la mitad han podido atestiguar dicha colaboración. La empatía se queda muy atrás, a pesar de que se pensaba que la proximidad física podría mejorar esta contribución, se ha demostrado todo lo contrario.
Por otra parte, más del 50 por ciento contaban con que su productividad emprendiera con un alza en la oficina, pero únicamente dos terceras partes han visto realmente cómo esto “da efecto”. Aunque se creía todo lo contrario, resulta que el trabajo a distancia no conlleva una pérdida de productividad. Se ha demostrado (comparando con estos casos) que el rendimiento de los trabajadores mejoró en el tiempo de home office.
En el estudio realizado, se plantea que, “si los empleados tienen la oportunidad de trabajar desde casa, sin duda alguna lo hacen”.
Ante esto, se concluye que el regreso de manera presencial al trabajo, no ha sido nada benéfico para los oficinistas, lo que para muchos es un total desalentador.
Por su parte, las empresas deben tomar en cuenta este tipo de indicadores para el bien de su nicho. Con trabajadores desalentados, la productividad desciende. Se trata de una tarea de “ayudar y ayudar”.
Por Anaí Quintero